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Las dos realidades que vivimos los inmigrantes

Nombre: CM
Edad: 35 años
País: Estados Unidos
Llegué a Estados Unidos a finales del año 2009. Vine a Miami a estudiar una especialización en la Universidad y me quedé en esa ciudad por seis años. Comencé con una visa de estudiante, luego obtuve una de trabajo, y finalmente la residencia permanente. Mi esposo y yo decidimos mudarnos a Los Ángeles, buscando mejores oportunidades de crecimiento profesional y nuevas experiencias a nivel personal.
En el 2017 me tocó ir a Venezuela por circunstancias nada agradables. Mi mamá estaba convaleciente luego de una neumonía que casi le cuesta la vida. Tenía dos años sin ir Venezuela y esta vez estaba horrorizada por el empeoramiento en la calidad de vida. 
Estaba lavando los platos luego del almuerzo. El agua no había llegado en cuatro días, así que usaba lo mejor posible el agua contenida en una cubeta. Tome mi teléfono y abrí la aplicación de NRP, la radio publica de Estados Unidos, como tantas veces hacía desde mi hogar en Los Angeles, California. Los comentaristas anunciaban la noticia del día: la popularización de los carros sin conductor que se manejan automáticamente, mientras le preguntaban a invitados expertos cómo impactaría aquello el día a día de los angelinos. Mi celular me informaba de estos avances tecnológicos a través de su precaria cornetica, reposado en el tope de la cocina de mi mama justo al lado del lavaplatos. 

Yo mientras tanto continuaba administrando el agua en la cubeta, sumergida en el limbo de las dos realidades que ahora conforman mi vida.

Lo más difícil de volver a mi casa en Estados Unidos, es saber que mi mamá se queda en Venezuela en estas condiciones de país que hoy en día tenemos.

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